¿Qué es el compliance?

El compliance es un término en inglés que significa cumplimiento normativo. A nivel empresarial se refiere a la obligación que tienen estas organizaciones de cumplir con la legislación vigente. A través de este método se establecen procedimientos que no solo aseguren, sino que respalden el correcto funcionamiento de la empresa. Tanto a nivel interno como externo.

De acuerdo al Comité de Basilea, esta función de compliance identifica, asesora, alerta, monitorea y reporta los riesgos a los que se enfrentan empresas, compañías y otras entidades. El objetivo final: respetar el marco legal y evitar sanciones.

El compliance y sus implicaciones

Muchas de las razones para utilizar el compliance se relacionan con las pérdidas económicas y con el desprestigio que implica la falta de cumplimiento normativo. Porque la desconfianza por el incumplimiento de leyes, reglamentos, códigos de comportamiento y estándares de una práctica ajustada a derecho, tiene consecuencias graves para cualquier empresa. Particularmente para aquellas que desempeñan su actividad dentro del sector financiero. 

El movimiento de capital se mueve rápidamente a mercados que garanticen mayor seguridad. De ahí la importancia de contar con procedimientos adecuados en materia de políticas financieras. Se buscan normas que permitan detectar y gestionar situaciones de riesgo que impliquen incumplimientos de las obligaciones regulatorias. 

La industria financiera europea ha visto durante los últimos 10 años como se ha arraigado el compliance. Esto se vio favorecido con la aprobación de la Directiva 2004/39 CE del Parlamento Europeo.

En España se realizaron modificaciones a la Ley Orgánica del Código Penal. Sobre todo, con el objetivo de fijar responsabilidades penales a empresas y entidades que no se hayan puesto a derecho en estas materias. Es importante destacar que las sanciones no son únicamente corporativas. Los empleados incursos en estos delitos también son susceptibles de recibir una penalización individual por sus actos.

¿Cómo se aplica?

Cada organización tiene el deber de establecer su propio modelo de prevención de delitos. Un documento que debe quedar por escrito, contando preferiblemente con varias versiones impresas y a disposición de todos los empleados de la compañía.

Dentro de este texto se deben establecer los riesgos implícitos a los que se enfrenta la empresa, de acuerdo a la naturaleza de su actividad económica y modelo de negocio. Aspectos que deben quedar detallados a profundidad. Del mismo modo, tienen que definirse los protocolos a seguir para disminuir cualquier riesgo de que la corporación se vea envuelta de manera involuntaria, en la comisión de hechos punibles. Además de facilitar y regularizar las actividades de formación continua para para todo el personal, se decreta un sistema disciplinario de multas y castigos para aquellos que hayan corrido riesgos. También tiene que planificarse de forma clara el funcionamiento del flujo de la información. Muchas situaciones irregulares pueden evitarse si la comunicación interna es diáfana y directa, sin obstáculos que entorpezcan los procesos.